Pontones, punto de avituallamiento. El bar del pueblo está bastante concurrido. Aquí se vive de otra manera. En la tv los políticos, esa pandilla, hablan del "estado de emergencia"; nuestra emergencia, habernos quedado sin comida, ya está resuelta.
Es nuestra sexta jornada y por fin nuestros pies se empiezan a secar.
Siendo del sur como somos, resulta increíble que vivir tres días seguidos de lluvia en la montaña nos haga olvidar que el sol también existe.
Campos de Hernán Pelea
La noche ha sido ventosa y lluviosa como las anteriores. Amanece en nuestra quinta jornada luminoso y con las brumas y nubes se van también nuestras dudas. Hoy -quinta jornada- subiremos al Banderillas (1.996 m), para mí la más carismática de las montañas del parque.
Vamos directos a la cuerda por el sur. Una vez en ella tenemos que ir por el lado derecho porque el viento nos hace perder el equilibrio. Llegamos a la cumbre casi sin darnos cuenta.
En el Banderillas; la Sagra (2.383 m) al fondo
Nos lo tomamos con bastante calma; comemos, hacemos fotos y disfrutamos de las vistas. Aún nos mantenemos precavidos, pero por las previsiones sabemos que terminaremos la travesía sin más lluvias. Y además esta noche dormiremos en el refugio Campos del Espino, en los Campos de Hernán Pelea, donde podremos intentar secar parte del equipo y descansar mejor que en la tienda.
Bajando del Banderillas
Sexta jornada. Salimos de noche del refugio. Hoy llegaremos a Pontones donde recogeremos las provisiones para la segunda mitad de la travesía. Gracias a Edu por llevarlas hasta allí y al panadero por aceptar el paquete.
Centenares desde el Mirador de Juan León
En el bar nos damos un pequeño homenaje y con las mochilas recargadas de nuevo nos vamos hacia la Cueva del Agua por un itinerario de gran belleza.
Es casi de noche cuando llegamos, pero acordamos subir a Poyotello a dormir. Ocupamos el soportal del antiguo colegio.
Sabemos, por algún sonido perdido, que viven personas aquí; pero nos sorprende el silencio, la tranquilidad y la pulcritud de esta pequeña aldea. Durante la cena nos distraemos especulando cómo sería vivir en este remoto lugar.
Séptima jornada. Poco después del amanecer estamos en marcha en dirección a la Peña Dionisia (1.691 m). Sobre el mapa parece muy modesta, pero resulta ser un intricado calar cuya visión de la cumbre nos esquiva una y otra vez, tardando más de lo esperado en alcanzarla.
Bajando de la Piedra Dionisia
Embalse de Anchuricas
Según el plan inicial nos quedan cuatro jornadas. Miramos las provisiones y sólo hay comida para poco más de dos. Tomamos la determinación de hacer lo que queda en tres días y racionar la comida. Con este pensamiento nos metemos en nuestros sacos.
2 comentarios:
Buenas fotos. Saludos, Juanma López
que bonito son los paisajes parece mentira que sean de españa jejejee eso abra que provarlo y acer un biajecito de esos un abrazo
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